Una palabra tiene las dos caras de una moneda, puede ser un arma letal para quién la crea y la dice, así como también para quién la recibe. De lo contrario, también puede ser envolvente y curativa siendo bálsamo para el Alma tanto para quien la dice, como para quien la escucha.
Quiero compartir contigo uno de esos poemas que curan el alma al leerlos, al pronunciarlos, y que hay palabras que nos transportan a un lugar sagrado de nuestro Ser.
En los tiempos que corren es vital comunicar palabras que con solo pronunciarlas curan, pareciera que te están haciendo el amor, y hasta dónde yo sé, uno de los miedos más profundos del ser humano es entregarse al amor en cuerpo, alma y en palabras como estas:
Este poema es de Marianne Williamson, y fue leído por Nelson Mandela en su discurso de investidura como Presidente Electo de Sudáfrica (1994).
Antes de empezar la lectura de este poema, hazte un regalo, léelo como si estuvieras meditando:
Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados.
Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite.
Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta.
Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?
En realidad, ¿quién eres tú para no serlo?
Eres hijo del universo.
El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo.
No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.
Nacemos para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros.
No solamente algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno.
Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo.
Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.
Josep.
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