Si estuviste en la masterclass del día 4 de noviembre sabrás que hablamos de los juegos de poder en las familias. Quiero contarte algo extra sobre este tema:
Cuando comunicamos, intercambiamos muchas cosas, entre ellas, información de todo tipo. A mi modo de ver, hay juegos destructivos, cooperativos y competitivos.
Hoy te voy a explicar un caso de juegos destructivos,
donde las dos partes pierden.
Es el juego más estúpido que conozco, sin embargo, es el más utilizado por todas las familias.
Por ejemplo: decirle a tu hija o hijo: “Haz lo que quieras!” con cierto tono de mal humor, con un gesto serio y drástico, sería un ejemplo de una comunicación incongruente. Puesto que por un lado parece que la frase da libertad (las palabras), pero por el otro, estamos diciendo: “en realidad, no quiero que lo hagas…pobre de ti que lo hagas…”(el tono y el significado profundo.).
Este tipo de comunicación genera malestar y grandes equívocos. Por un lado, si hace lo que quiere está tomando su libertad pero tú te vas a enfadar. Y si no hace lo que quiere, pierde su libertad, y el que sentirá malestar será él o ella.
Resultado de la comunicación dentro de un juego destructivo: la contradicción, porque pase lo que pase, el malestar está asegurado. Habrá mal humor, y malas caras seguro.
¿Qué podemos hacer en este caso?
Te doy una opción para reparar este tipo de juegos; la empatía.
El famoso “ponerse en los zapatos del otro”. Utilizar la empatía para poder construir un clima de comprensión, esto favorecerá la confianza en la relación.
Lo que es importante dentro de la comunicación es que en la familia escuchemos las emociones, utilicemos palabras y un tono respetuoso y agradable para influir positivamente en nuestros hijos e hijas.
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