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El poder de la corporalidad

Lo que eres se expresa con tanta fuerza que no puedo oír lo que dices”

reza la frase del filósofo y poeta Ralph Waldo Emerson. 

Y es que desde siempre se ha sabido que, más allá de lo que decimos y cómo lo decimos, nuestra presencia se conforma en buena parte con todo aquello que expresamos sin palabras.

Sabemos que lo que pensamos influye directamente en nuestro día a día, en nuestro presente, en nuestra salud y en nuestro bienestar.

Lo que quizás no tenemos tan claro es que ocurra a la inversa, es decir, que nuestra postura física, nuestra posición condicione nuestro estado de ánimo. 

Si por ejemplo, tenemos una entrevista, o nos encontramos en una situación compleja, lo mejor es expandirnos físicamente, adoptar una postura de poder, de amplitud, con ello conseguiremos seguridad, firmeza y presencia. Hacerse grande es una postura adaptativa de la propia naturaleza. 

Lo explica la psicóloga Amy Cuddy, autora de El poder de la presencia (Urano), que lleva años investigando sobre la relación entre la postura corporal y la sensación de poder y seguridad. 

¿Te ha pasado alguna vez de ver entrar a una persona en un salón con una energía magnética?, donde ¿todo el mundo se la queda mirando por su manera de avanzar?. Seguramente estaba utilizando el poder de la corporalidad, porque la postura corporal influye en nuestros pensamientos, sentimientos y conducta. 

De manera que cuando utilizamos la posición corporal para expandirnos, nos posicionamos en el presente, tomamos fuerza y emanamos energía de seguridad y de poderío.

“Tal vez el descubrimiento más importante y sólido sea que, como hemos demostrado en nuestros experimentos, al adoptar posturas expansivas y abiertas nos sentimos mejor y más eficaces de diversas formas. Nos sentimos más poderosos, seguros y asertivos, menos estresados y ansiosos y más felices y optimistas”, explica Cuddy en su libro. 

Y “Adoptar posturas expansivas cambia lo que ocurre en el sistema endocrino y en el cerebro sin que nos demos cuenta”.

La autora advierte que “Lo ideal no es ejercer el poder sobre los demás, sino gozar de poder personal. Tenemos que sentirnos seguros y relajados en lugar de parecer que estamos haciendo todo lo posible por dominar a los demás. La meta no es la intimidación, sino la intimidad”.

Llegamos entonces a la conclusión que efectivamente el cuerpo influye en la mente, y moverse cambiando de postura adaptando una posición de poder desde el cuerpo le mandará una orden de seguridad al cerebro, y viceversa, por lo tanto, habrás ganado en presencia, seguridad y fuerza, y podrás al fin, crear un campo de intimidad y de magnetismo difíciles de olvidar.

¿Ya has cambiado la postura mientras me leías?. ¿Sientes tu poder personal?;)

Hasta pronto, 
Josep. 

Imagen:Freepik

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