Los padres necesitamos hacer frente común, no dividirnos, porque si no, tu hijo/a percibe que es omnipotente, y que tiene el trono familiar. Mandará más que tú. Esto conlleva graves problemas llegada la adolescencia.
He conocido familias aparentemente estupendas donde uno de los padres tenía una pelea interna que no expresaba, y esto el hijo/a lo acusará toda la vida. También he visto padres y madres que no se comunican entre ellos pensando que no afecta a la relación con los hijos; queridas y queridos míos, ¡claro que afecta! Los hijos lo perciben todo sin saber ponerle palabras, pero muestran inseguridades, y en la gran mayoría de casos temen perder el amor de alguno de ellos y acaban tomando un rol que no les corresponde dentro de la familia. Esto trae consecuencias nefastas para los hijos, puesto que no pueden ser ellos mismos, y hará que tengan problemas en la escuela, con otros niños y niñas.
Para mí uno de los grandes problemas es la comunicación familiar. No sabemos expresar con honestidad, con claridad, lo que sentimos, lo que nos pasa, y mucho menos nos atrevemos a compartir lo que pensamos realmente.
¿Qué hacemos cuando un niño tiene miedo por la noche? Mamá lo acuna, por lo que el padre se queda solo, o el niño se pone en medio de la cama de los padres. El fin de la pareja, temporalmente. Y más vale que la pareja tenga unos buenos fundamentos, si no, está destinada a las distintas formas de separación.
Para la estabilidad de los hijos lo importante no es la separación, si no, cómo se realiza. Pedirle a un hijo que tome partido es dañarle el alma.
He aquí mi divina obsesión durante décadas por la comunicación familiar y de pareja.
¿Cómo proteger la pareja?
Ahora ya lo sabes: Siendo pareja y protegiendo a la pareja.
Haciendo escapadas, por favor, solos, y sin hablar de niños, está prohibido tomarse el gin tonic hablando de vuestros hijos.
Hablar de sexo, de fantasías, de deseos, de sueños. Hay parejas que solo les falta sacar las fotos de los niños cuando están de cena romántica.
Salid una noche a la semana, repito, sin hablar de los hijos.
¡Hablad de vosotros! Y dejad a vuestros hijos en paz.
Mantener el lugar de la pareja como el fuego, de vosotros depende si lo mantenéis encendido, o de lo contrario, lo dejáis apagar.
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